El gran escritor y poeta israelí Yehuda Amijai, escribió una interesante prosa que la tituló: “דיוק הכאב וטשטוש האושר” - “La precisión sobre el dolor y lo vago sobre la felicidad”. El texto traducido al español dice así:
“Pienso acerca de la precisión con la que los humanos describen su dolor en los consultorios médicos. Incluso aquellos que no han aprendido a leer y escribir son bastante precisos: Es un dolor muy fuerte, es un dolor desgarrador, y es como una sierra, o es un ardor, es un dolor agudo e insoportable. Está aquí, justo ahí, sí, ahí justo es. La felicidad pareciera oscurecer todos los detalles. He escuchado decir a aquellos que disfrutaron de una noche de amor o después de festejar celebraciones, que estuvo bien, que fue maravilloso, que se sintió como en el cielo. Incluso aquel hombre allá en el espacio que flotaba, en el vacío desde la nave espacial acabo de leer que dijo: Fue maravilloso, genial, no tengo palabras.
La precisión sobre el dolor y lo vago sobre la felicidad. También quiero yo describir con precisión un dolor agudo que siento, por no poder expresar la tenue felicidad y la alegría. Al parecer yo también, aprendí a hablar con los dolores”.
La semana pasada los chicos de la escuela Jennifer Sossin participaron con una canción al final de los servicios religiosos. Para mi, fue muy emotivo poder escucharles cantar “Salaam, Shalom”, sobre la paz tan necesaria en el mundo. Al final de los servicios les pregunté emocionado sobre cómo se habían sentido, y sus respuestas no fueron más emotivas que “estuvo bien”, “bien”, “creo que bien”. Cuando mis hijos eran pequeños solía sucederme algo similar al tratar de preguntarles cómo les había ido en la escuela y con dificultad recibía una contestación de no más de 3 a 5 palabras. Por el contrario, cuando sucedía una pelea, o algo grave, llegaban directamente a contarme como había iniciado la contienda, las sillas que habían volado de un piso a otro (y no estoy exagerando), los gritos y cómo todos corrían unos a ayudar, otros a escapar del tumulto, las reacciones de los maestros y del equipo de seguridad, etc. Nuevamente “La precisión sobre el dolor y lo vago sobre la felicidad”. Pareciera que esta psicología humana de aceptar con cierta naturalidad la felicidad y de enfocarse en las cosas desagradables o malas, es parte de nuestra naturaleza. Vean las noticias! O quizás sea mejor decir: mejor ni las vean! En mi aplicación de noticias de Israel y de CNN conté por curiosidad, la proporción de noticias positivas, como descubrimientos científicos, nuevos productos, logros deportivos, avances tecnológicos, ante las noticias sobre desastres, guerras, matanzas, y otros mas. La desproporción es muy grande. Pareciera ser que el leer las noticias, solo nos dejara con un sabor amargo de lo que sucede en el mundo. No estoy en contra de saber sobre todo tipo de eventos, pero pareciera que el enfoque estadístico fuese el mismo: “La precisión sobre el dolor y lo vago sobre la felicidad”.
Lo curioso es que esta tendencia que se esperaría fuese solamente humana, aparece también en la porción de esta semana Parashat Bejukotai, con la cual cerramos el libro de Levítico. En el texto divino vemos la misma tendencia. Las lecturas de la Tora, Bejukotai junto con la porción Ki Tavo, que aparece en el libro de Deuteronomio, son ambas conocidas como las “Parashot de Bendición y Maldición” o “Parashot de Reprensión”. La porción Bejukotai se le conoce como “La pequeña reprensión” y a la porción Ki Tavo se le conoce como “La gran reprensión”. En ambas lecturas se describen las bendiciones que vendrán sobre el pueblo de Israel si guardan las leyes Divinas y por otro lado las maldiciones que caerán sobre sus cabezas si violan las mandamientos de Dios.
En ambas porciones es también muy notable la diferencia entre la cantidad de bendiciones y la cantidad de maldiciones en cada una. En la porción de esta semana Bejukotai se dedican diez versículos para indicar las bendiciones y 28 versículos detallan las maldiciones. En la Parashá Ki Tavo del libro de Deuteronomio, hay 12 versículos para indicar las bendiciones y 54 versículos dedicados a indicar las maldiciones, casi el doble!
La diferencia es aún mas significativa cuando vemos no solo la cantidad sino “la calidad” de las maldiciones en cada lectura. Las bendiciones en la Parashá de esta semana, son genéricas y no definidas, justo como lo dijo Yehuda Amijai: “lo vago sobre la felicidad”, por ejemplo: “4 yo daré su lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá sus productos, y el árbol del campo dará su fruto… 6 Y yo daré paz en la tierra, y dormirán” y termina en el versículo 13: “y rompí las coyundas de su yugo, y los he hecho andar con el rostro erguido”. Sin embargo cuando se habla de las maldiciones, los detalles son verdaderamente de terror: “16 enviaré sobre ustedes terror, extenuación y calentura que consuman los ojos y atormenten el alma; y sembrarán en vano semilla, porque sus enemigos la comerán. 17 ...y serán heridos delante de sus enemigos; y los que los aborrecen se enseñorearán de ustedes... 18 …volveré a castigarles siete veces más por sus pecados. 19 ...y haré su cielo como hierro, y su tierra como bronce. 22 Enviaré también contra ustedes bestias fieras que les arrebaten a sus hijos, y destruyan su ganado, y se reduzcan en número. 25 Traeré sobre ustedes espada vengadora… enviaré pestilencia entre ustedes, y serán entregados en mano del enemigo. 29 Y comerán la carne de sus hijos, y comeréis la carne de sus hijas. 30 Destruiré sus lugares altos, y derribaré sus imágenes, y pondré sus cuerpos muertos sobre los cuerpos muertos de sus ídolos, y mi alma les abominará. 31 Haré desiertas sus ciudades… 32 Asolaré también la tierra, y se pasmarán por ello sus enemigos que en ella moren; 33 y a ustedes los esparciré entre las naciones, y desenvainaré espada en pos de ustedes; y su tierra estará asolada, y desiertas sus ciudades”. Después de esta lectura seguramente se sentirán tremendamente motivados! Solo me falta terminar como lo hacen los sacerdotes en una misa católica: “Palabras del Señor, Amen”.
Me pregunto si esta tendencia milenaria tan humana y como vemos también Divina, de poner tan en relieve las cosas malas, castigos y maldiciones, tal y como lo leemos en nuestra Parashá Bejukotai, es una forma de motivación que realmente funcione. Hay quienes indican que este texto no es en lo absoluto motivacional, sino que se trató de una profecía sobre lo que habría de suceder en el futuro. De hecho el profeta Jeremías describe en el libro de las Lamentaciones, durante el cierre hermético que hicieron los Babilonios a Jerusalén, que los habitantes dentro de la ciudad amurallada, en momentos de desesperación por hambre, llegaron a usar los cuerpos de sus propios hijos e hijas como alimento. También recordemos que el pueblo de Israel fue exiliado entre las naciones después del año 70 ec y que la ciudad y la Tierra de Israel quedo, con el paso de los siglos, realmente convertida en un desierto.
Hoy en día esta tendencia sobre “La precisión sobre el dolor y lo vago sobre la felicidad”, se refleja a diario en las secciones de los periódicos y en las redes sociales. Son pocas las ocasiones que leemos en publicaciones de variadas fuentes, algo positivo o alegre. Quizás sea porque damos por sentado el bien y no tendemos a darle mayor importancia. Cuando el bien es trivial, tendemos a olvidar que esa bondad y ese bien, requieren trabajo y una continua vigilancia, y por eso sea necesario asustarnos tanto con excesivas maldiciones. ¿pero es esta una buena forma en que la Tora nos ofrezca este mensaje motivacional?
La motivación de cumplir los mandamientos o de tener un logro en cualquier ámbito, es un tema muy complejo. Seguramente en algún momento nos hemos preguntado sobre la forma de motivar a nuestros hijos, o si lideramos equipos, a nuestros colaboradores, o si somos profesores, a nuestros alumnos. Quizás hayan ustedes utilizado esta técnica milenaria del “palo y la zanahoria con el burro”, pero es posible que sea la forma adecuada cuando tratamos con un burro… pero no con seres humanos. Actualmente después de dos y medio años de COVID, con la situación económica existente, quien estuviera utilizando esta técnica seguramente ya se quedo sin zanahorias y solo le quedó usar el palo: “o haces esto o aquello o tendremos que cerrar la empresa”. Así que el sistema que nos ofrece Parashat Bejukotai, a lo menos en tiempos de pandemia ya no funciona. Tendrán que buscar la forma en que sus hijos, colaboradores o alumnos se motiven por principios propios, olvidarse de técnicas de “palo y la zanahoria” y promover recompensas justas y equilibradas. Tenemos que cambiar nuestras ideas básicas sobre la motivación, si queremos que las personas rindan de verdad, que nuestros miembros cumplan con nuestras tradiciones y que nos acerquemos más a nuestra fe. Todas las bendiciones y maldiciones escritas en Parashat Bejukotai, son al final de cuentas teóricas. Muchos de nosotros nos hemos dado cuenta tristemente que en la realidad, han habido muchos casos en los que “Tzadik vera lo, Rasha veTov lo” - “al justo le va mal y al malvado le va bien”. Así que la determinación de cumplir mandamientos, o tradiciones o costumbres, o acercarse a la comunidad, depende unicamente de nosotros mismos. La verdadera motivación no viene de un palo ni de una zanahoria, ni de castigo ni de recompensa, sino ha de ser interna. No hay forma de ofrecer en una comunidad religiosa “ni palo ni zanahoria”, así que el deseo de participar en nuestras tradiciones debe de llegar de nuestro corazón, el interés de acercarse a la comunidad debe ser sincero, propio, y eso no depende de bendiciones ni maldiciones, depende unicamente de nosotros mismos.
Shabat Shalom!
Rabino David Laor
27 de Mayo, 2022
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