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5784-Pinjás-Rabino Mariano Del Prado

PARASHÁT PINJÁS


               Es llamativo que el acto casi heroico por el cual se lo recuerda a Pinjás, no esté incluido dentro de la parashá que lleva su nombre sino en la anterior (Balak). No obstante, comienza nuestra parashá diciendo:


               “Pinjas, hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, ha hecho que Mi ira se retire de los hijos de Israel, por cuanto fue celoso de Mi favor entre ellos, y Yo no destruí a los hijos de Israel en Mi celo” (Números 25:11).


               Este sólo pasúk ya nos confronta con una serie de preguntas. ¿Se enoja Dios? ¿Existe tal cosa como la ira de Dios? ¿En qué consiste la idea de que Dios es celoso? ¿No son acaso, todos estos conceptos limitaciones humanas aplicada a un Dios que no está atrapado por las limitaciones de la materia, del espacio y del tiempo? ¿En qué medida podemos atribuir estados emocionales o más aún, cambios de estados emocionales al Dios de Israel? Probablemente la respuesta a todas estas preguntas tenga que ver más con una proyección de nuestras emociones aplicadas al accionar divino, que una descripción objetiva de Aquel que no posee descripción. A veces entramos en un callejón sin salida por querer, desde nuestra finitud, comprender y describir lo infinito.


               Por otro lado, debemos agregar que existe, desde la antigüedad, la idea de que los dioses se manifiestan y expresan de manera similar a los seres humanos, algo que comúnmente llamamos “antropomorfismo”, que consiste en atribuirle formas, emociones, pensamientos y reacciones a Dios como si fuese uno de nosotros. En ese sentido, la ira y el celo de Dios descriptos en esta parashá entran dentro de esa categoría: antropomorfismo.


               Volvamos al incidente de Pinjás. ¿Qué había ocurrido?  Sucedió que el pueblo, al llegar a un lugar llamado Shitim, se dejó llevar por el deseo de comer carne que las sacerdotisas del dios Baal le ofrecieron. Comúnmente estos sacrificios eran parte del culto a la fertilidad, que venía de la mano de actos de inmoralidad sexual. De esta manera el pueblo de Israel incurrió en el pecado de la idolatría. Aquí es donde aparece entonces la idea de la “ira” y el “celo” de Dios, la cual habría generado una plaga mortal dentro del campamento de Israel.


               ¿Qué fue lo que hizo Pinjas? Arrojó una lanza hacia dos personas que fueron encontrados en un acto inmoral vinculado al culto a la fertilidad en Baal Peor, deteniendo así la plaga o epidémica que afectó a muchos de los hijos de Israel. Los involucrados eran: Zimrí (de la tribu de Shimón, de los hijos de Israel) y una princesa madianita Cozbí (כזבי).  La raíz del nombre de esta madianita está asociada con el término cazab (כזב) que en el TaNaJ aparece con el significado de “falso, mentiroso, engañador” (ver Tehilim 58: 4).


               Está claro que este acto de Pinjás, es presentado como una medida aleccionadora para el pueblo a fin de que evitara establecer vínculos con los pueblos del lugar, los moabitas entre otros.


               El texto de la Torá, lejos de condenar la medida drástica que tomó Pinjás, coloca a nuestro personaje en un lugar de reconocimiento divino puesto que él “interpretó” el celo divino frente al abandono de su pueblo que corrió tras los ídolos paganos. A Pinjás se le concede como reconocimiento el pacto de paz y el sacerdocio para siempre.  ¿A qué se refiere con el pacto de paz? Nos dice el midrash al respecto:


               Grande es la paz, que Él le dio a Pinjas, ya que el mundo se conduce                   sólo a través de la paz, y la Torá en su totalidad es paz, como está                                 escrito: “Sus caminos son caminos placenteros, y todos sus caminos                                 son paz [shalom]” (Proverbios 3:17).


               El midrash pareciera dejar en claro que no hay razón para actitudes fanáticas en base al accionar de Pinjás. Es más, cuando el Salmo 106 recuerda el incidente de Pinjás, solo dice que ejecutó juicio y se detuvo la plaga.


               Existe algo más en esta parte de nuestra parashá que quiero señalar. En primer lugar, nuestras acciones, tanto públicas como privadas tienen consecuencias siempre. En segundo lugar, aprendemos que para alcanzar la paz y detener el mal que nos afecta, muchas veces debemos tomar decisiones drásticas, que no nos gustan.  La vida se nos presenta como un constante fluir de desafíos y dificultades a superar, cuya finalidad es ayudarnos a cumplir con nuestra misión en el mundo y rectificar aquello que hemos venido a corregir de nuestra alma. Nuestro compromiso es con la paz no solo exterior, sino también con nuestro interior.

Shabat Shalom

Rav Mariano.  



 

Parashat Pinjas

 

               It is striking that the almost heroic act for which Pinchas is remembered is not included in the parasha that bears his name but in the previous one (Balak). However, our parsha begins by saying:

 

            "Pinchas, son of Eleazar, son of Aaron the priest, has caused My wrath to withdraw from the children of Israel, because He was jealous of My favor among them, and I did not destroy the children of Israel in My zeal" (Numbers 25:11).

 

            This pasúk confronts us with a series of questions. Does God get angry? Is there such a thing as the wrath of God? What is the idea that God is jealous? Aren't all these concepts human limitations applied to a God who is not trapped by the limitations of matter, space, and time? To what extent can we attribute emotional states or even changes of emotional states to the God of Israel? Probably the answer to all these questions has more to do with a projection of our emotions applied to divine action, than an objective description of the One who has no description. Sometimes we enter a dead end because we want, from our finitude, to understand and describe the infinite.

 

            On the other hand, we must add that there exists, since ancient times, the idea that gods manifest and express themselves in a similar way to human beings, something that we commonly call "anthropomorphism", which consists of attributing forms, emotions, thoughts and reactions to God as if he were one of us. In that sense, the wrath and zeal of God described in this parasha fall into that category: anthropomorphism.

 

            Let us return to the incident of Pinchas. What had happened?  It happened that the people, when they arrived at a place called Shitim, were carried away by the desire to eat meat that the priestesses of the god Baal offered them. Commonly these sacrifices were part of the fertility cult, which came hand in hand with acts of sexual immorality. In this way the people of Israel incurred the sin of idolatry. This is where the idea of God's "wrath" and "zeal" appears, which would have generated a deadly plague within Israel's camp.

            ¿What did Pinchas do? He threw a spear at two people who were found in an immoral act linked to the fertility cult in Baal Peor, thus stopping the plague or epidemic that affected many of Israel's children. Those involved were: Zimri (of the tribe of Shimon, of the children of Israel) and a Midianite princess Cozbi (כזבי).  The root of this Midianite's name is associated with the term cazab (כזב) which in the TaNaKh appears with the meaning of "false, liar, deceiver" (see Tehillim 58:4).

 

 

 

           

            This act of Pinchas is presented as a lesson to the people so that they would avoid establishing ties with the local peoples, the Moabites among others. The text of the Torah, far from condemning the drastic measure taken by Pinchas, places our character in a place of divine recognition since he “interpreted” divine zeal in the face of the abandonment of his people who ran after pagan idols. Pinchas is granted as recognition the covenant of peace and the priesthood forever. What does it mean by the covenant of peace? The midrash tells us about it:

 

            Great is the peace He gave to Pinchas, for the world is conducted                         only through peace, and the Torah in its entirety is peace, as it is                          written: “His ways are ways of pleasantness, and all his paths are                            peace [shalom]” (Proverbs 3:17).

 

            The midrash seems to make it clear that there is no reason for fanatical attitudes based on Pinchas’ actions. Furthermore, when Psalm 106 recalls the incident of Pinchas, it only says that he executed judgment and the plague was stopped.

 

            There is something else in this part of our parsha that I want to point out. First, our actions, both public and private, always have consequences. Second, we learn that in order to achieve peace and stop the evil that affects us, we often have to make drastic decisions that we do not like. Life is presented to us as a constant flow of challenges and difficulties to overcome, the purpose of which is to help us fulfill our mission in the world and rectify what we have come to correct in our soul. Our commitment is to peace not only on the outside, but also within us.

 

 

Shabbat Shalom

Rav Mariano.  


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