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5779 - Vaerá - Rabino Darío Feiguin

Año Nuevo y Rosh Hashaná

Parashat Vaerá. B´nei Israel, 2019


Rabino Darío Feiguin



Muchas veces hablamos de las diferencias entre Rosh Hashaná y Año Nuevo.

Las diferencias son tan importantes, que a muchos nos resulta extraño saludarnos el 1ero. de Enero diciéndonos “Shaná Tová”, o el 1ero. de Tishréi, diciéndonos “Feliz Año Nuevo”.


Porque el Año Nuevo es una explosión del ser hacia fuera. Por eso se grita, se come y especialmente se toma de más.

El sentimiento que domina la escena es la alegría. Se tiran petardos y fuegos artificiales, y algunos siguen con este clima hasta la mañana siguiente.


Rosh Hashaná es totalmente diferente. Más que una explosión hacia fuera, pareciera como una implosión del ser hacia adentro. No se grita, ni se tiran cohetes, sino que se reza, se piensa, se evalúa y se hace Teshuvá. El clima no es de alegría desbordante, sino de introspección y análisis; un clima que no dura una noche, sino diez días, hasta Iom Kipur.


Son claramente, dos fiestas diferentes, con objetivos distintos, y que provocan en nosotros, sensaciones totalmente diferentes.

Aún así, hay algunas similitudes, a mi criterio, reforzadas por un año, que para muchos fue tan duro y tan pesado.


La principal, es la de aprovechar la excusa del cambio de número, para recrear una nueva esperanza. Como si el 31 de Diciembre se cerrara un ciclo y el 1ero. de Enero comenzara otro diferente.


En este sentido, también el Año Nuevo, como Rosh Hashaná, viene a sugerirnos:

“Tijlé shaná vekilelotéha, tajél shaná uvirjotéha”

“Que se acabe el año con sus maldiciones y que empiece un año con bendiciones”.


Es que necesitamos creer que será un año mejor. Que habrá más trabajo y menos hambre. Que estaremos menos permeables a enfermarnos. Que volveremos a apreciar los valores que nos hacen reconocer humanos, y nos permiten celebrar la santidad de la vida.


Junto con la renovación de la esperanza, se da en el Hemisferio Sur, y Costa Rica parece incluido, que después de terminado el año, llegan los días de descanso, muy lejos y a varios meses de distancia de Rosh Hashaná.

Estos días también son una posibilidad de balance personal ¿Qué haremos el año que viene? ¿Dónde estaremos? ¿Dónde pondremos los acentos? ¿Qué nuevas cosas hacer, y qué otras dejar?


Si bien no me pasa esto de evaluar toda mi vida en un sentido existencial y trascendente, como si me pasa en Rosh Hashaná, en donde se me aparecen misteriosamente mis afectos ausentes, mis viejos y mis maestros que ya no están; si me pasa en el Año Nuevo y en el verano, esto de tomar algunas decisiones que no hacen sólo a la coyuntura, sino que responden a necesidades del alma, por más banales que parezcan.


En este sentido, el regreso de lasvacaciones es el comienzo de la ejecución de estas decisiones, y de la cristalización de algunos de estos proyectos.


Por último, si bien el epicentro del trabajo espiritual de Rosh Hashaná está en la Sinagoga, como toda festividad judía, también es una excusa para juntarse en familia. Y Año Nuevo tiene eso, de desearle justo a las 12 de la noche “Feliz Año” a las personas que uno más quiere: a la familia y los amigos, a los afectos que permiten al amor y la amistad, darle sentido a la vida.


Lo que quiero decir, no es hacer de Año Nuevo, un segundo Rosh Hashaná. Pero si estoy sugiriendo darle al cambio de año, la posibilidad de no ser sólo un exabrupto catártico de energía, sino de encausarla hacia espacios que le permitan un desarrollo creativo y enriquecedor del self.


En este sentido, veo como una oportunidad, poder sentir que se renueva la esperanza, y junto con ella, la fe.

Creo que es una oportunidad que podemos aprovechar, para frenar y tomar decisiones que nos ayuden a vivir mejor.

Y creo que es una oportunidad que no deberíamos dejar pasar, para volver una vez más a reconocer nuestros afectos.


Porque también de manera similar a Rosh Hashaná, más allá de lo que sólo Dios sabe y dispone, y más acá de lo que los gobiernos de turno ignoran y de todos modos ejecutan, nuestra tradición nos enseña que somos nosotros mismos quienes en última instancia forjamos nuestros propios destinos.


En lo que a nuestras decisiones concierne, que podamos hacer nuestros aporte, para que sea este 2019 que recién comienza, un año de esperanza y fe, de trabajo creativo y realizaciones trascendentes, de amor y de Shalom.


 

New Year and Rosh Hashana

Parashah Vaera. B´nei Israel, 2019


Rabbi Darío Feiguin



Many times we talk about the differences between Rosh Hashanah and New Year.

The differences are so important, that many find it strange to greet us the 1st of January telling us "Shana Tova", or the 1st. of Tishrei, telling us "Happy New Year".


Because the New Year is an explosion of the human being outwards. That's why one shouts, eats and especially drinks in excess.

The feeling that dominates the scene is joy. Firecrackers and fireworks are thrown, and some continue with this atmosphere until the next morning.


Rosh Hashanah is totally different. More than an explosion to the outside, it seems like an implosion of the human being inwards. There is no screaming, no rockets are thrown, instead there is praying, thinking, evaluating and doing Teshuva. The environment is not one of overflowing joy, but of introspection and analysis; an environment that lasts not one night, but ten days, until Yom Kippur.


They are clearly, two different festivals, with different objectives, and which provoke in us, totally different sensations.

Still, there are some similarities, in my opinion, reinforced by a year, which for many was so hard and so heavy.


The main one is to take advantage of the excuse of a change in the number to recreate a new hope. As if the 31st of December one cycle closes and on January 1st a different one would begin.


In this sense, also the New Year, as Rosh Hashana, comes to suggest:

"Tichle shana vekileloteha, tachel shana uvirchoteha"

"Let the year end with its curses and let the year begin with blessings."


We need to believe that it will be a better year. That there will be more work and less hunger. That we will be less permeable to get sick. That we will appreciate the values ​​that make us recognize humans, and allow us to celebrate the sanctity of life.


Along with the renewal of hope, it occurs in the Southern Hemisphere, and Costa Rica seems to be included, that after the end of the year, the days of rest arrive, far away and several months away from Rosh Hashanah.

These days are also a possibility for personal balance. What will we do next year? Where will we be? Where will we place our priorities? What new things will we do, and what will we leave?


Although this does not happen to me, to evaluate all my life in an existential and transcendental sense, as it happens to me during Rosh Hashanah, where my absent affections mysteriously appear, my old men and my teachers who are no longer here; it does happen to me in the New Year and in the summer, making some decisions that do not only have to do with the moment, but respond to the needs of the soul, however trivial they may seem.


In this sense, the return of vacations is the beginning of the execution of these decisions, and the crystallization of some of these projects.


Finally, while the epicenter of Rosh Hashanah's spiritual work is in the Synagogue, like every Jewish holiday, it is also an excuse to get together as a family. And New Year has that, of wishing exactly at midnight "Happy New Year" to the people that one loves most: to family and friends, to the affections that allow love and friendship, to give meaning to life.


What I want to say is not to make of the New Year a second Rosh Hashanah. But I am suggesting giving the change of year, the possibility of not only being a cathartic outburst of energy, but of channeling it towards dimensions that allow a creative and enriching development of the self.


In this sense, I see as an opportunity, to be able to feel that hope is renewed, and along with it, faith.

I think it is an opportunity that we can take advantage of, to stop and make decisions that help us to live better.

And I think it is an opportunity that we should not let go, to once again recognize our affections.


Because also in a similar way to Rosh Hashanah, beyond what only God knows and disposes, and closer to home what governments in turn ignore and execute anyway, our tradition teaches us that we are the ones who ultimately forge our own destinies.


As far as our decisions are concerned, hope we can make our contributions, so that this 2019 that is just beginning, be a year of hope and faith, of creative work and transcendent achievements, of love and Shalom.

Translated by Sebastián Sas

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