“Idolatrías”
Parashat Ki Tisá. B´nei Israel, 2017
Rabino Darío Feiguin
El hecho más traumático de la travesía del Pueblo de Israel por el desierto, se produjo a sólo días del increíble momento de la Revelación divina en Sinaí.
Después de Matán Torá, Dios le pide a Moshé que suba al monte, para recibir las tablas grabadas con el mensaje divino.
Pero Moshé tarda en bajar, y a los cuarenta días, el pueblo parece haberse olvidado de la esclavitud de Egipto, de las plagas, del cruce del Mar y de la reciente entrega de la Torá en medio de ese marco épico y tremendo. Ya hay una idolatría en esa amnesia existencial. Ya esa no-memoria es un camino que lleva al caos.
Quizás esa amnesia es la que hace que los hijos de Israel se dirijan hacia Aharón, el sacerdote, y lo convenzan para hacer un becerro de oro, para moldearlo, para adornarlo y para adorarlo.
“Este es tu Dios, Israel”, gritan, pero en realidad, es una pobre obra de la desesperación y la limitación humanas. Es idolatría porque endiosamos algo que es nada más que materia.
Es entonces, cuando Moshé baja del Sinai, justo en medio de una gran fiesta de inmoralidad, olvido y ceguera, se pone furioso, y rompe las tablas de piedra que contienen el testimonio de la Revelación.
El relato del Becerro de Oro es el hecho más traumático de la travesía del Pueblo de Israel por el desierto, porque toca el primer elemento que la nueva religión sale a combatir: la idolatría.
La idea monoteísta luchó durante años para erradicar el culto a los astros y a las imágenes, en este caso, la imagen de una deidad egipcia, porque el becerro era considerado un dios en el antiguo Egipto. Pero si me permiten la sinceridad y la jutzpá, creo que fracasó. Creo que la idea monoteísta traída al mundo por el Pueblo Judío, pero adoptada por tantas religiones y culturas, aún no pudo con la idolatría.
El culto al dinero, a las cosas, al cuerpo, a las joyas, a la comida, a la tecnología, y hasta a los Shmates (el culto a la tela) entre otros cultos modernos, son variantes de una idolatría que aún vive dentro de nosotros.
Moshé ve en el Pueblo una fiesta barata de inmoralidad, olvido y ceguera.
Una inmoralidad que va desde los dirigentes corruptos hasta el más olvidado de la sociedad, y que nos incluye ya sea como partícipes, o como cómplices silenciosos de esta horrible transgresión.
La inmoralidad de la desigualdad de los que no tienen nada, y la inmoralidad disfrazada de insensibilidad, de los que tienen todo, pero no les importa los demás, a quienes ven como un estorbo, como criaturas inferiores, sólo porque están ocasionalmente sucios, desarreglados, descalzos y hambrientos.
Es idolatría, por lo menos para mi, preparar un Seder de Pésaj hermoso, con buena comida, con deliciosos platos, con centros florales, y no hacer nada para cumplir con el mandamiento bíblico de abrir la puerta para que todo aquél que tenga hambre, venga y coma, y todo aquél que necesite celebrar Pesaj, lo pueda hacer. Y en este sentido, convoco a aquellos que quieren actuar en forma coherente con lo que leemos de la Hagadá de Pesaj, a invitar a su primer Seder familiar a quienes no pueden asumir el gasto del Seder Comunitario, o a quienes están solos, a quienes están lejos de sus hogares, o a quienes este Pesaj será su primer Pesaj como judíos.
Moshé también se enfurece por el olvido del Pueblo, a sólo cuarenta días del gran momento de la Revelación. El olvido, como forma de idolatría a través de la Historia tampoco pudo ser combatido por el monoteísmo. Y si no, veamos lo que sucede en Europa a sólo 72 años del fin de la Shoá. A veces, nos olvidamos de que también nosotros fuimos esclavos en Mitzráim.
Esta semana se cumplieron 25 años de la voladura de la Embajada de Israel en Argentina, con un saldo de 29 muertos, el atentado asesino que abrió el camino, a partir de la impunidad, al segundo y más sangriento aún: el de la AMIA, donde fueron asesinados 84 seres humanos. Miremos el mapa del Mundo: ¿No es idolatría y blasfemia los miles de muertos en Siria?
El olvido y la impunidad son lamentables formas modernas de alejarse de Dios y de incurrir en una idolatría recurrente.
Y Moshé también se enfurece por la ceguera del Pueblo. Por el éxtasis irracional del fanatismo y la intolerancia. El fanatismo llevado a su mayor grado de idolatría, que se manifiesta, sin dudas, en las religiones; cuando judíos incendian una sinagoga liberal, porque las mujeres participan del servicio; cuando católicos y protestantes se matan entre sí en Irlanda; o cuando se educa hacia el odio, mandando a los hijos pequeños cargados de explosivos, a inmolarse para matar la mayor cantidad de gente posible. Esta es la idolatría que profana la vida humana como si fuera de papel.
Amigos: los becerros de oro modernos, no tienen que ver con teología, como trato de explcarle a un amigo. No se trata de debatir sobre quién tiene razón, como se hacía en la Edad Media, torturando y quemando vivos a los herejes. No se trata de la idea monoteísta, sino de la idea judía de un monoteísmo que además es ético.
Se trata de nuestras conductas, que van desde las pequeñas cosas de la vida de todos los días y nuestra actitud hacia ellas, hasta las grandes decisiones que rigen los destinos de los pueblos.
¿Cuál es la idolatría que nos asfixia? No es en qué creemos. Es qué hacemos con lo que creemos.
Es la idolatría de la falta de memoria, de la ceguera del fanatismo, del odio y de la sangre, de la insensibilidad social, de la inmoralidad de la desigualdad y las esclavitudes modernas.
El hecho más traumático del cruce del desierto, el relato del becerro de oro, que leemos esta semana en Parashat Ki Tisá, nos confronta ante las asignaturas pendientes de una religiosidad que en mi opinión, aún no logra sus objetivos más altos y preciados.
Y al mismo tiempo, nos desafía con sus derivados modernos de inmoralidad, olvido y ceguera.
El segundo de los diez mandamientos, después del reconocimiento de un único Dios de toda la Humanidad, es romper con la idolatría.
Durante siglos y siglos se trató de superar, y todavía no se logró.
“Veaf al pijen, velamrot hakol” = y a pesar de esto, cada uno puede intentarlo: Intentar vivir un Judaísmo más verdadero, que trascienda slogans y medias verdades hipócritas que ni uno mismo cree. un Judaísmo más profundo, más verdadero y más creíble.
“Idolatrías”
Parashat Ki Tisá. B´nei Israel, 2017
Rabino Darío Feiguin
The most traumatic event in the crossing of the People of Israel through the wilderness came just days before the incredible moment of divine revelation at Sinai.
After Matan Torah, God asks Moshe to go up to the mountain to receive the tablets engraved with the divine message.
But Moshe is slow to go down, and in forty days the people seem to have forgotten the slavery of Egypt, the plagues, the crossing of the Sea, and the recent giving of the Torah in the midst of that epic and tremendous setting. There is already an idolatry forming in that existential amnesia. Already that non-memory is a road that leads to chaos.
Perhaps that amnesia is what causes the children of Israel to go to Aharon the priest and convince him to make a golden calf, to mold it, to adorn it and to worship it.
"This is your God, Israel," they shout, but in reality, it is a poor work of human despair and limitation. It is idolatry because we endorse something that is nothing but matter.
It is then, when Moshe comes down from Sinai, right in the midst of a great feast of immorality, oblivion and blindness, he becomes furious, and breaks the stone tablets containing the testimony of Revelation.
The story of the Golden Calf is the most traumatic event of the crossing of the People of Israel through the desert, because it touches the first element that the new religion had come out to fight: idolatry.
The monotheistic idea fought for years to eradicate the worship of the stars and the images, in this case, the image of an Egyptian deity, because the calf was considered a god in ancient Egypt. But if you allow me sincerity and jutzpa, I think it failed. I believe that the monotheistic idea brought to the world by the Jewish People, but adopted by so many religions and cultures, still could not dispel with idolatry.
The cult of money, things, body, jewelry, food, technology, and even the Shmates (the cult of cloth) among other modern cults are variants of an idolatry that still lives inside of us.
Moshe sees in the Town a cheap party of immorality, oblivion and blindness.
An immorality that goes from the corrupt leaders to the most forgotten of society, and that includes us as participants, or as silent accomplices of this horrible transgression.
The immorality of the inequality of those who have nothing, and immorality disguised as insensibility, of those who have everything, but do not care for others, whom they see as a hindrance, as inferior creatures, only because they are occasionally dirty, disheveled , Barefoot and hungry. This is transgression as well.
It is idolatry, at least for me, to prepare a beautiful Passover Seder, with good food, with delicious dishes, with flower centers, and do nothing to fulfill the biblical command to open the door so that anyone who is hungry, Come and eat, and everyone who needs to celebrate Pesach, can do it. And in this sense, I call on those who want to act in a coherent way with what we read of the Pesach Haggadah, to invite to their first family Seder those who can not afford the Seder Community, or to those who are alone, who are away from their homes, or for whom this Pesach will be their first Pesach as Jews.
Moshe is also enraged by the oblivion of the People, only forty days from the great moment of Revelation. Forgetfulness, as a form of idolatry throughout history, could not be fought by monotheism. And if not, let's see what happens in Europe only 72 years after the end of the Shoah. Sometimes we forget that we too were slaves in Mitzraim.
This week marks the 25th anniversary of the blast of the Israeli Embassy in Argentina, with a total of 29 dead, the assassination attempt that opened the way, from impunity, to the second and even more bloody: AMIA, Where 84 human beings were killed. Let's look at the map of the World: Is it not idolatry and blasphemy that there are thousands of dead in Syria?
Forgetfulness and impunity are deplorable modern ways of turning away from God and of incurring a recurrent idolatry.
And Moshe is also enraged by the Blindness of the People. By the irrational ecstasy of fanaticism and intolerance. Fanaticism leads to a greater degree of idolatry, which manifests, without doubt, in religions; when Jews ignite a liberal synagogue, because women participate in the service; When Catholics and Protestants kill each other in Ireland; or when small children are educated towards hatred, being sent out loaded with explosives, to immolate themselves to kill as many people as possible. This is the idolatry that defiles human life as if it were paper.
Friends: modern golden calves have nothing to do with theology, as I tried to explain to a friend. It is not a matter of debating who is right, as was done in the Middle Ages, torturing and burning heretics alive. It is not the monotheistic idea, but the Jewish idea of a monotheism that is also ethical.
These are our behaviors, ranging from the small things of everyday life and our attitude towards them, to the great decisions that govern the destinies of the people.
What is the idolatry that suffocates us? It is not what we believe in. It's what we do with what we believe.
It is the idolatry of the lack of memory, the blindness of fanaticism, hatred and blood, social insensitivity, the immorality of inequality and modern slavery.
The most traumatic event of the crossing of the desert, the story of the golden calf, which we read this week in Parashat Ki Tisá, confronts us with pending subjects of a religiosity that in my opinion, still does not achieve its highest and most precious goals.
And at the same time, it defies us with its modern derivatives of immorality, oblivion and blindness.
The second of the ten commandments, after the recognition of a single God of all Humanity, is to break with idolatry.
For centuries and centuries this is something we have tried to overcome, and still has not achieved.
"Veaf al pijen, velamrot hakol" = and in spite of this, everyone can try: Try to live a more true Judaism, that transcends slogans and half hypocritical truths that not one believes. A deeper, more true and more credible Judaism.
Translated by: Olga Corrales
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